La América Rural Sufre de una Falta de Doctores, pero la Medicina Remota Podría Reducir la Brecha

A través de Kalila Fleming, Departamento de Defensa.

Antes de que una enfermedad o problema de salud se extiende a la nación, suele aparecer primero en el espinazo de las montañas Apalaches.

“Se puede observar cómo la diabetes se ha propagado y cómo la obesidad se ha extendido en el país”, dice David C. Gorden del Servicio de Salud de la Universidad de Virginia. “Lo que pasa en Appalachia nos afecta después al resto”.

Las dificultades para facilitar la asistencia sanitaria a los residentes de zonas rurales en Appalachia ha creado una nueva oportunidad para liderar al país, aunque de manera más positiva: usando la teleasistencia, la tecnología para el acceso remoto a la asistencia médica y a su gestión. En lugar de requerir a los pacientes que hagan el largo viaje hasta el consultorio, la teleasistencia les permite buscar asistencia en clínicas más pequeñas o monitorizar cuestiones de salud desde casa.

Gordon lleva mucho tiempo involucrado en la asistencia sanitaria en la región como director de teleasistencia para el Centro de Teleasistencia Karen S. Rheuban en la Universidad de Virginia. Desde su punto de vista, la teleasistencia tiene el potencial de hacer la asistencia médica más accesible para la gente que se encuentra fuera de las ciudades, de mejorar la calidad de la atención sanitaria que se les ofrece y de implicarse con la gente desde donde estén.

“Antes de nada se trata de facilitar el acceso a la asistencia en situaciones en las que si no sería inexistente”, dice Gordon.

La teleasistencia da a los pacientes de zonas rurales o con movilidad reducida la oportunidad de interactuar regularmente con los doctores. En vez de pasar semanas y meses entre revisiones médicas, pueden enviar información sobre su salud al doctor, que se encuentra a horas de distancia, todos los días. Chequear a un paciente diabético, por ejemplo, se hace mucho más fácil.

Expandir el uso de la teleasistencia también permitirá hacer más a los enfermeros y a otros trabajadores sanitarios. En lugar de un doctor físicamente presente, una enfermera o un asistente técnico sanitario pueden proveer atención sanitaria en clínicas remotas y después llamar al doctor a través de una línea segura para autorizar la finalización de los cuidados. Como las comunidades rurales encuentran dificultades para atraer doctores, la teleasistencia llena este vacío. También otorga formación práctica y experiencia a los trabajadores sanitarios locales, lo que alivia el problema de la falta de doctores en la región.

“No pensábamos quedarnos aquí, pero lo hicimos”, dice Paula Hill, una enfermera facultativa y la directora clínica de Health Wagon (“La Carreta de la Salud”), una organización sin ánimo de lucro que provee servicios de salud móviles en el sudoeste de Virginia. Paula Hill y la Directora Ejecutiva, Teresa Gardner Tyson, crecieron en la región y continúan el trabajo comenzado en 1980 por la Hermana Bernie Kenny, una monja católica de la orden de Médicas Misioneras de María (Medical Missionaries of Mary).

Health Wagon proporciona atención sanitaria desde una unidad móvil a seis condados del suroeste de Virginia, así como dos clínicas fijas. Hill cuenta cómo sirvieron a más de 16.000 pacientes el año pasado en una parte del estado que cuenta con tasas de pobreza por encima de la media y una esperanza de vida de 10 años menos que los habitantes de la parte más rica del estado de Virginia, Fairfax County, en los suburbios de Washington D.C.

“[La teleasistencia] ha ayudado enormemente a nuestros pacientes. Aun si tienes un seguro de salud y vives aquí en el suroeste de Virginia, has de realizar un viaje de 2 horas para llegar al endocrinólogo más cercano, por ejemplo”, dice Hill. La teleasistencia está “brindando asistencia médica a la gente, a las comunidades en las que viven, haciendo que sea posible para ellos recibir acceso a especialistas que de otra manera no estarían para nada disponibles- o de forma muy restrictiva, aunque tengas seguro, y esto es a causa de la falta de transporte aquí”.

En Health Wagon, las enfermeras facultativas usan la teleasistencia para los cuidados de colostomía y para tratar úlceras diabéticas, llevar a cabo ecografías y rayos X, ofrecer atención psiquiátrica especializada e incluso alguna vez distribuir medicinas por medio de drones. “La verdad es que la utilizamos para todo”, dice Hill.

El ingenio de la teleasistencia también ofrece a Health Wagon la oportunidad de innovar. Hill dice que un programa piloto para tratar el abuso de opioides en la región está siendo planificado en colaboración con la Universidad de Virginia y la fiscalía territorial. Supone operar un centro de tratamientos asistidos con medicinas para evitar el uso incorrecto de la suboxona, una droga usada para tratar a pacientes adictos a los opiáceos.

Un problema de la suboxona es la sustitución, cuando los pacientes se hacen dependientes de la suboxona en lugar de desengancharse de las drogas por completo. Otro es vender la suboxona en la calle en vez de usarlo como ha sido recetado. En el programa piloto, a los pacientes se les suministrará subutex, una forma inyectable de suboxona. La idea es que los pacientes no puedan abusar del medicamento o venderlo porque se administra en persona, así desviar la droga para usos no deseados se hace imposible. Si prospera, el programa podrá entonces ser implantado a nivel estatal.

Extender el acceso y motivar la innovación han sido las grandes ventajas de la teleasistencia, pero también puede reducir costes. El ser capaz de renovar la prescripción de las lentes de contacto en línea, por ejemplo, ahorra tiempo y dinero a la gente. El permitir a los farmacéuticos prescribir alguna medicación, como métodos anticonceptivos, permite que los doctores se concentren en cuestiones médicas más importantes en lugar de forzar a la gente a pasar por un consultorio para resolver una necesidad médica rutinaria. Estos adelantos mínimos pueden tener un gran impacto en general.

Sin embargo, para que la teleasistencia mejore la asistencia médica fuera de las ciudades el ambiente legislativo tiene que cambiar. Se trata de un sistema sanitario en expansión con muchas barreras integradas para limitar perjuicios, pero que también pueden limitar la teleasistencia, dice Jarrett Dieterle, director de la libertad comercial en el R Street Institute, una organización pública de investigación en políticas. Las regulaciones actuales “ a menudo son reticentes al cambio de una forma u otra”, dice. “Las mayores trabas son básicamente una tecnología nueva y el régimen normativo actual, el régimen de concesión del área de la medicina todavía ha de ponerse al día en su totalidad”.

Por ejemplo, “la medicina asíncrona”, que consiste en analizar los resultados de las pruebas con posterioridad en lugar de hacerlo de forma inmediata, está por lo general prohibida. Muchos estados demandan una evaluación en tiempo real, dice Dieterle, aunque los pacientes no resultarían perjudicados por una evaluación retardada o remota. La autorización profesional también restringe a los doctores a atender a pacientes más allá de las fronteras estatales. Un convenio de autorización ha sido aprobado por 26 estados para suavizar algunas restricciones estatales, pero muchas permanecen.

Las disputas territoriales entre trabajadores sanitarios también sofocan la teleasistencia. “Los doctores pueden ser muy reacios a dejar que entre más competición en el área, aunque sería buena desde un punto de vista del consumidor”, dice Dieterle. “Aumentaría la accesibilidad, se reducirían los costes y… realmente no habría ningún peligro para la salud y la seguridad porque normalmente son cosas para las que estos otros profesionales sanitarios están preparados”.

Esas restricciones de concesión están amparadas por la protección del “campo profesional”. Puede que beneficien a los doctores, pero no aportan beneficios a los pacientes y limitan los servicios que otros trabajadores sanitarios pueden ofrecer, como cuando los optometristas de Georgia presionaron para prohibir exámenes oculares en línea.

Todas las partes móviles de la asistencia médica pueden complicar la extensión de la teleasistencia. Las políticas estatales y federales deben permitir la innovación. Hacer los costos de la teleasistencia cobradores ha de ser negociado con los proveedores de seguros. Crear acuerdos entre servicios y hospitales también es importante para que la teleasistencia sea usada realmente en lugar de que sólo sea mencionada. Todos estos cambios están además sujetos a la protección de la privacidad de los pacientes y a la confidencialidad médica.

Los diferentes acercamientos a la atención sanitaria entre estados pueden servir a otros estados de modelos sobre cómo proceder a la hora de adaptar las necesidades de sus ciudadanos. Gordon menciona el trabajo pionero que se realizó en Alaska, Hawaii, Kansas y Dakota del Sur para viabilizar la teleasistencia. Dieterle apunta cómo Indiana esclareció la ley estatal sobre teleasistencia ocular. Si los legisladores estatales se centran en cómo la atención médica remota puede mejorar la accesibilidad de las zonas rurales e ignoran las preocupaciones hipócritas sobre “salud y seguridad” que conservan el statu quo, los residentes rurales pueden resultar beneficiados de estas innovaciones.

Gordon cuenta cómo al involucrarse en mayor medida la Universidad de Virginia con la teleasistencia, su facultad de medicina operó un trasplante en una princesa de Arabia Saudí. Fue “una alegría”.

Nos comunicamos de nuevo con Riyadh en Arabia Saudí. El presidente de la universidad, en su informe anual, pensó en ello lo suficiente como para mencionarlo. Y no pasó mucho tiempo antes de que un senador estatal de la región respondiese al teléfono en los yacimientos de carbón y dijese “¿Qué demonios? Si pueden ir a Riyadh, pueden venir a Pound [Virginia]”

Como el sistema sanitario de la Universidad de Virginia se ha expandido en una “telaraña de lugares”, Pound ahora se siente más cerca de Charlottesville, dice Gordon. La disparidad entre los resultados de salud en sitios urbanos y rurales permanece, pero la teleasistencia puede proveer herramientas para reducirla y convertir la accesibilidad  en un problema menos.


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Anthony Hennen es un cofundador de expatalachians y editor/escritor en el Centro para la Renovación Académica James G. Martin en Raleigh, Carolina del Norte.


Traducción al español por Rubén Babío.

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