Desde Ohio para Bielorrusia con Amor

En ocasiones, una colaboración musical surge en el momento adecuado. Aún si la razón no es la más ideal.

Ese es el caso de Slavalachia, una “colaboración intercultural de músicos folk de Bielorrusia, Ucrania y la región Apalache de los Estados Unidos”. La banda, que fusiona elementos de la música folk tradicional de las tres culturas, se unió el pasado marzo. 

Los músicos Siarhei Douhushau y Vuraj representan a Bielorrusia, Brother Hill and the Hill Spirits, radicados en Ohio, representan a Appalachia, y Marichka Chichkova y Torban representan a Ucrania. 

“Invité a músicos tradicionales bielorrusos para actuar y entonces improvisaron, como unas 7 horas seguidas, mezclando canciones bielorrusas y apalaches”, dijo Nadzeya Ilkevich, la productora ejecutiva. “Realizamos un viaje a Bielorrusia en enero – y Ucrania- y después una banda ucraniana se nos unió”.

Ilkevich, de Bielorrusia, entró en contacto con la Universidad de Ohio en Atenas y obtuvo un grado de Máster en comunicación y estudios del desarrollo en mayo del 2019. Consiguió una beca para el activismo cultural en Bielorrusia, lo que la llevó a América. Uno de sus proyectos en Atenas fue transformar el “parque de bolsillo” en la parte alta de la ciudad, junto al antiguo edificio de la Armería.

“No tenía idea sobre Appalachia cuando vine aquí”, dijo. “Nadie en Bielorrusia y Ucrania tiene idea sobre Appalachia… estamos corriendo la voz, hablando sobre esta región, que además tiene una historia complicada, como lo somos nosotros”.

El contexto de los artistas originó el nombre del proyecto.

“El nombre también nació en algún momento en medio de sesiones improvisadas”, dijo Ilkevich. “Lo consideramos como un nuevo territorio que existe más allá de todos los países reales. Así que es como nuestra familia y nuestro recién forjado territorio de Slavalachia”.

Via Free SVG.

Ilkevich no es la primera persona que ve un vínculo entre los Apalaches y los montes Cárpatos, que atraviesan el occidente de Ucrania y Rumanía. El Centro Apalache Loyal Jones del Berea College los ha llamado “tierras gemelas” por sus similitudes económicas, y otros académicos han notado coincidencias en la agricultura y la construcción de ciudades en los valles de las regiones. Ahora Ilkevich y Slavalachia se han dado cuenta de sus semejanzas musicales.

La preservación de la música tradicional también coexiste. En lugar de seguir la interpretación del gobierno ucraniano de música “tradicional” – a la que Ilkevich calificó de “terrible, a veces” – que se centraba en la nostalgia de la era soviética, los músicos ucranianos y bielorrusos se han ido al campo para recopilar canciones de los ancianos aldeanos. El folclorista y etnólogo Alan Lomax hizo algo muy parecido en los Apalaches meridionales. Las melodías y canciones registradas en ambos lugares se preservarán durante siglos o más en algunos casos.

Esas canciones tradicionales proveen un terreno creativo fértil.

“Queremos motivar a la gente a experimentar y a respetar las tradiciones y a que no tenga miedo de crear algo nuevo partiendo de sus raíces”, dijo Ilkevich. “Utilizaremos algunas partes de la música tradicional de ambos siglos, pero después lo más interesante nacerá de este cruce”.

Por ejemplo, tal como experimentó Slavalachia, descubrieron que algunas canciones apalaches “se solapaban a la perfección” con canciones ucranianas. Muchas veces, todo lo que se necesitó fue la disposición a intentarlo.

En el futuro, Slavalachia quieren producir un álbum, un documental e ir de gira. El COVID-19 ha demorado esos planes, pero no les ha forzado a cancelarlos. Su primera edición, una interpretación en tres lenguas de “¿En Qué Lado Estás?” (Which Side Are You On?), fue grabado por separado en los Estados Unidos, Bielorrusia y Ucrania.

Slavalachia eligieron editar “¿En Qué Lado Estás?” como símbolo de apoyo a los bielorrusos, que han protestado durante dos semanas – son las mayores reuniones políticas contra el gobierno en décadas. Después de que Alexander Lukaashenko, que ha ostentado el poder en Bielorrusia desde 1994, declarase un triunfo electoral aplastante en las elecciones, los disidentes clamaron la falta. Sviatlana Tskihanouskaya, la candidata principal de la oposición, leyó lo que muchos creyeron fue una declaración forzada que proclamaba a Lukashenko como ganador, y luego huyó a Lituania. El gobierno detuvo Internet para sofocar las protestas y controlar la información, aunque fue restaurado un par de días más tarde.

Muchos han sido brutalmente apaleados. Miles han sido arrestados. Dos manifestantes han sido asesinados por la policía.

Sin embargo, las multitudes de manifestantes han aumentado. En una visita a una fábrica el lunes, Lukashenko fue interrumpido por abucheos de los trabajadores. La televisión estatal y los empleados de radio han dimitido o se han puesto en huelga. Medios de comunicación como Nexta y Belsat, fundados por bielorrusos y polacos respectivamente, han tratado de emitir vídeos de las protestas más allá de Bielorrusia –  además de verificarlos. Periodistas radicados en América y Gran Bretaña han prestado mayor atención los últimos días, en ocasiones aportando relatos personales que hubiesen preferido no proporcionar.

Dan Peleschuk de Buzzfeed News pasó dos días en prisión, fue arrestado durante las manifestaciones:

Examiné a mis compañeros de celda. Rostros golpeados y camisetas manchadas de naranja a causa de la sangre de ayer. Rodillas abiertas, rezumando por la infección. Magulladuras en forma de garrote cruzando sus espaldas. Sin embargo, a excepción de los más jóvenes entre ellos, que tenían entre 18 y 20 años, pocos estaban visiblemente asustados.

A lo largo del día y medio siguientes en esa celda mohosa, privada de oxígeno – abarrotada de estudiantes, técnicos, pequeños empresarios y obreros – los reclusos intercambiaban historias sobre cómo sus órdenes de arresto habían sido fabricadas para afirmar que habían estado gritando consignas o incitando protestas. Muchos habían sido sustraídos de la calle como yo; otros justo en frente de sus casas.

Furiosos, aunque no de forma radical, se referían a los policías en jerga callejera como “basura”. Pero también hablaban con vehemencia de estar hartos del estancamiento económico y de ser tratados como ganado.

La talla de las protestas, y la brutalidad de la que depende el gobierno bielorruso para mantener el control, ha suscitado un mayor escrutinio internacional. En el pasado, la represión política en Bielorrusia apenas atraía la atención más allá de los medios de comunicación enfocados en Europa del este. Por el momento, esto ha cambiado.

Via Anthony Hennen.

En Filadelfia, la comunidad bielorrusa se reunió el domingo en solidaridad con los manifestantes. Cientos acudieron para concientizar al público sobre lo que está ocurriendo y compartir su preocupación. El ambiente fue optimista -después de casi tres décadas del gobierno autoritario de un solo hombre, un clamor nacional ha estallado, y se ha internacionalizado.

Via Anthony Hennen.

“El mundo debería prestar atención porque es, como decirlo… es importante compartir información y manifestar apoyo a los bielorrusos porque no tienen conexión a Internet… para que así no estén solos”, dijo Ilkevich. “Lo que están haciendo es justo. Porque sufrimos 26 años de dictadura y esto es violencia brutal de parte del gobierno”.

Con el proyecto de Slavalachia, hay esperanza de que el valor cultural de Bielorrusia será ampliamente reconocido – no sólo la situación política del momento.


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Anthony Hennen es editor directivo de expatalachians y del Centro James G. Martin para la Renovación Académica en Releigh, Carolina del Norte.


Traducción al español por Rubén Babío.

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